Cuando fuimos a ver al medico, me dijo que estaba enfermo, y que pronto lo olvidaría, lo olvidaría todo.
Pero al salir de la habitación, vi tus hermosos ojos verdes, que con miedo me preguntaba que había sucedido tras la puerta. Yo con una sonrisa, te dije que todo estaba bien, pero... te mentí.
Al llegar a casa llore como un niño en el baño. Porque tenia miedo de olvidarnos, de olvidar cuando bailábamos en el salón, de olvidar cuando tocaba el piano para ti, olvidar tu labios, tus manos, tu olor...
Pero tranquila aún puedo recordarte y voy hacer que este tiempo que nos quede juntos sea solo nuestro. No quiero que esta carta sea triste, por que los días más felicidad aún no han llegado, y aunque el tiempo pase, prometo no irme jamas de tu lado.
Quise entregarte ésta carta antes.
No me atrevía.
Hasta que hace tres semanas olvide comprar el pan, y pensé que solo era un despiste, pero al día siguiente me perdí en la calle, y solo recuerdo aparecer en casa sin pantalones. Tengo miedo de perder la razón y no saber volver. Tengo miedo volver a verte mañana y no reconocer tu cara, ni tus manos, ni el tono de tu voz. Por eso hoy tenía que escribirte esta carta, para que como yo, no olvides que jamas te dejare de amar, y que, aunque mi memoria te olvide, te prometo que mi corazón seguirá queriéndote toda la eternidad.
Siempre tuyo, Adolfo.
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